jueves, 26 de junio de 2025

Canción del ocaso - Lewis Grassic Gibbon

Tengo en casa varios libros de la editorial Trotalibros, todos ellos sin leer, todos ellos con una pinta muy apetecible (entre ellos el codiciado y agotado/descatalogado La guardia, de Nikos Kavadias). Y sin embargo, me estreno con la editorial con el que menos me llamaba la atención y que salió en uno de mis "le pido al azar que elija mi próxima lectura de entre los (demasiados) libros que tengo pendientes". 

Así que pereza inicial que pronto se transformó en un interés creciente y, a medida que avanzaba en la lectura, en un gran respeto y una curita de humildad para esta vuestra lectora que a veces cree que está de vuelta de todo y resulta que todavía un señor escocés azaroso desconocido en este país puede ponerle un puntito en la boca. ¡Qué gusto! Canción del ocaso es la historia de un pueblo (qué digo pueblo, aldea como mucho) escocés, dedicado a la agricultura, desde los ojos de una joven, Chris Guthrie, que va haciéndose adulta en los inicios del siglo XX, evidentemente un momento de profundos cambios, grandes acontecimientos e implacables emociones, sobre todo para una muchacha en plena educación sentimental.

Y tú me dirás ¿me interesa a mí la historia de un pueblo escocés, dedicado... etcétera? Pues sí porque realmente esto es la historia de Escocia, que el autor quería reflejar de verdad, apartándose de las maneras míticas con que se ha literaturizado el país, pero también de tópicos arcádicos y bucólico-pastoriles o de dicotomías de granjeros burdos contra ingleses refinados. Lo que aquí se refleja con minucioso detalle es un lugar inexistente, que recuerda a un Innisfree o un Brigadoon, que es todos los lugares; unos personajes que son todas las personas. Y a quién no le va a gustar un relato universal, oye, para eso estamos aquí. Ya se nota desde esa introducción en la que una voz dijéramos en off describe la historia de Kinraddie desde su fundación y las familias que actualmente ocupan sus hogares.

Chris pensó en lo extraña que era la tristeza de las canciones escocesas, hechas para la tristeza de la tierra y el cielo en las oscuras tardes de otoño, para el llanto de los hombres y las mujeres de la tierra que habían visto cómo sus vidas y amores iban desapareciendo con el paso de los años, para todo lo llorado al lado de los mataderos y recordado de noche y en el ocaso. La alegría y la bondad pasaban, se vivían y olvidaban, y era la Escocia de la niebla, la lluvia y el mar lloroso la que hacía las canciones...

Conecta esto con la voz narrativa de la obra, muy particular y desde luego parte crucial de lo estimulante que resulta. Grassic Gibbon presenta una escritura lírica, algo engolada en muchas ocasiones, rimbombante y, por qué no decirlo, ciertamente cursi. Dedica especial atención al paisaje, al sonido de los pájaros, a la lluvia, al olor de la madreselva. Hay pasajes bellísimos constantemente, es un goce leerlo. Lo cursi no le quita en absoluto lo valioso, casa muy bien con ese mundo al borde de terminar al que nos asomamos en sus páginas. Y sin embargo, esa voz narrativa que nos desvela la historia es también muy divertida, desenfadada; aquí y allá arroja frases hechas, comentarios criticones sobre algún personaje, observaciones que te hacen sospechar que ese narrador omnisciente que tan bien conoce la vida interior de Chris podría ser en realidad un vecino de Kinraddie que se está marcando un gossip girl.

Así pues, quedé muy sorprendida con esa forma de contar las cosas, claramente marcada por el espíritu de la época, sosegado, con tiempo para la descripción, con el toque romántico de vincular el paisaje con las emociones (en los malos tiempos llueve demasiado, o hay sequía), pero también con otras decisiones formales que son muy de mi agrado. Destaco un par, en primer lugar cada capítulo (hay cuatro, muy largos) tiene una estructura circular muy curiosa: arranca con Chris en un lugar de Kinraddie, y que podría decirse que es una especie de isla desierta de la calma para ella en el pueblo, y a partir de aquí se abre toda una narración hacia el pasado, desde el fin del anterior capítulo, y hasta este momento de inicio. La historia adquiere así un tono de recuerdo, nostálgico y teñido de amargura muchas veces, y me parece un marco estupendo para la narración. Por otra parte, los (pocos) diálogos que hay en la obra están integrados dentro de los párrafos del narrador, en cursiva. Como ya sabéis en esta casa somos firmes defensoras de que los diálogos deben ponerse de la manera más integrada y más compleja de entender para el lector despistado posible, así que esto evidentemente causó sensación (si bien me parece que las cursivas podrían sobrar, ¡por ponerme pejiguera!).

Mencionar respecto a la trama que si bien por alguna razón yo me esperaba a un montón de pelirrojos en faldas escocesas bramando y peleando, la historia no puede ser más "entorno rural en declive y las pequeñas vidas que allí se desarrollan". Es, por supuesto y por tanto, una historia triste, nada dramático ni pornografía emocional, por supuesto, sino sencillamente una historia triste contada desde el buen gusto, desde la melancolía más que desde el drama. Para mi gente más cinéfila, hay una película dirigida por el bueno de Terence Davies, del cual yo solo he tenido el gusto de ver la excelente Distant Voices, Still Lives. Esto no tiene por qué ser indicativo de nada pero me encaja porque esa película es absolutamente devastadora y un retrato formidable de una familia de clase obrera en Liverpool también marcado por la nostalgia y el dolor (aprovecho para recomendárosla). Respecto a esta, dura sus buenos 135 minutos, ya veremos.

Y cierro como no podía ser de otra manera encomiando la excelente labor de la editorial Trotalibros porque cuando llegué a casa de mis padres en un evento familiar con Canción del ocaso en la mano, nadie podía parar de hablar de lo bonita y elegante que era la edición. No me gusta especialmente la fuente elegida, cuestión de preferencias, pero el resto me tiene fascinada, hay que ver el buen gusto con que editan. La colección (¡esto es lo importante!) también me parece formidable y tengo muchas ganas de leer los que tengo e ir adquiriendo los demás (pronto me haré con la segunda parte de esta trilogía, Valle de nubes); para mí en cuanto a estilo e interés de la selección, está a la altura de Alba. Honestamente, me parece que cuestan poco para lo que son.