lunes, 18 de noviembre de 2024

Contra aquellos que nos gobiernan - Lev Tolstói

Hoy seré breve; el libro (que no es muy largo) y mis nociones sobre no ficción y política (que no son muy grandes) lo piden. Contra aquellos que nos gobiernan es un texto de unas cien páginas en el que Tolstói desarrolla una serie de ideas, digamos, revolucionarias, anticapitalistas y ¿libertarias? A Tolstói le pasa un poco lo que a todos, se entera de algo horrible y se radicaliza. En este caso, que los señores que trabajan cargando y descargando palés pesadísimos hacen jornadas de más de veinticuatro horas seguidas. Así arranca un alegato contra la clase dirigente (en todos los ámbitos) pero también contra el uso de los impuestos, la separación entre el ser humano y la tierra, las soluciones que propone el socialismo y la industrialización. En otras palabras: sí, es otro libro contra el "progreso".

Siempre es un placer leer a Tolstói, que era un pensador brillante y un gran conocedor de la psique humana que aquí se desvela también como un señor muy enfadado por todo. El texto, como suele ocurrir en estos casos, tiene una aplicación bastante evidente en el mundo actual, sobre todo en tanto que habla de las condiciones de la clase trabajadora, que habrán mejorado pero están lejos de ser idóneas. De las distintas tesis que plantea me interesa mucho una por su conexión con la que en mi opinión es su obra magna, Anna Karénina: la de que todo comenzó a torcerse cuando el individuo se alejó del trabajo de la tierra y comenzó a trabajar en la ciudad, en las fábricas, entre el humo y las máquinas. En la novela, el personaje de Levin  representa esta noción de la vuelta a la naturaleza no ya como algo idílico, sino como una reivindicación de una conexión con la tierra que supone también algo espiritual, como una conexión con la divinidad, una meditación constante, por así decirlo. Aquí, se plantea como la manera más natural, más equilibrada de ganarse la vida, y también como la única capaz de luchar contra los inevitables opresiones que trae consigo la revolución industrial y la producción en serie (ejem, RIP Tolstói, te habría caído genial Theodore Kaczynski).

Dejo una cita que me gustó especialmente, por lo inteligente pero también porque leído desde el hoy deja bastante claro que estamos condenados y que da igual, la rueda va a seguir girando. Pero sobre todo me gusta por esta propuesta de que para cambiarlo todo, para arreglarlo, la rueda NO puede seguir girando. Si hay que terminar con la cultura, se terminará con la cultura.

Si para que Londres y Petersburgo aparezcan iluminadas por la electricidad, si para que se eleven los magníficos pabellones de una exposición o para que podamos admirar bellos colores y finas telas, se precisa que algunas vidas humanas se destruyan o se abrevien o se echen a perder, alúmbrense Londres y Petersburgo con gas o con aceite, que no haya más exposiciones y que no se fabriquen más telas preciosas. Si algo importa verdaderamente es que sobre la tierra no quede rastro de la esclavitud que ha consumido tantas vidas humanas. 

En fin, lo dicho, siempre un placer y esto no se queda atrás. Es verdad que es un texto muy breve, pero cada página cuenta, plantea muchas ideas y aunque no todas ellas suenan igual de radicales o de inteligentes el conjunto bien merece una lectura detenida.

Nota a la edición: todo bien, estupenda como siempre es el caso con Errata. Además que su modelo de "negocio" (o: su forma de estar en el mundo como empresa) es una maravilla. Nadie más podría publicar este libro.

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